Ya han pasado más de 70 años, desde aquel 10 de diciembre de 1.948, en el que las Naciones Unidas establecen la Declaración Universal de Derechos Humanos, que comenzaba diciendo: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Bellas palabras. Pero no nos engañemos, a pesar de tantos avances en el pensamiento de muchos hombres, los Derechos Humanos no han vencido todavía. La igualdad no deja de ser una quimera. La igualdad, no indica que debamos ser todos iguales, eliminando la belleza de la diversidad, la variedad y la pluralidad; por el contrario, la igualdad es como la ecuanimidad frente a los derechos, oportunidades y deberes. No resulta fácil definir la igualdad, puesto que está íntimamente a valores morales y culturales de cada lugar o época, en el diccionario se define como: “ Correspondencia y proporción que resulta de muchas partes que unifor
La obscuridad no se combate, se ilumina