El origen de la Masonería, obviamente no con ese nombre,
ni con la intencionalidad, se pierde en la remota antigüedad. Ha sobrevivido a las
tragedias sociales, al despotismo y a las
revoluciones, y esto es porque ha sabido instruir a los hombres y vincular a los
pueblos, basándose en el respeto. La historia de sus cambios es la del género humano.
En los tiempos antiguos, probablemente para conservar y
transmitir los secretos de una civilización perdida debieron agruparse los ilustrados,
en escuelas que transmitieron los misterios, las ciencias y las artes, ya que era
costumbre la enseñanza secreta de la Arquitectura Sagrada para la construcción de
Templos consagrados al culto de sus Dioses.
Para ello se formaba en los misterios, las ciencias y las
artes a una minoría de iniciados, que luego de superar pruebas en sus estudios para
confirmar su vocación, se les enseñaba conocimientos especiales. Todo esto, velado
para los profanos. Sus lineamientos seguían los dictados de la Geometría, su orientación
la Astronomía y sus ideales eran tomados de la Naturaleza. Quizás atesoraban los conocimientos de una civilización anterior.
Por ejemplo; en el Asia Menor, un grupo de griegos hace
tres mil años, establecieron los Misterios de Baco. Esos arquitectos y constructores
edificaron todos los monumentos, templos, palacios y edificios públicos de Siria,
Persia y la India. Sus trabajos y ceremonias eran similares a la de los Francmasones
del siglo XVII. Tenían sus iniciaciones, en los que conferían palabras y signos
de reconocimiento; sus comunidades denominadas Colegios, Sínodos, o Sociedades,
eran equivalentes a Logias, donde realizaban sus estudios como hoy sería una Universidad.
Cada una de éstas era dirigida por un Presidente que elegían anualmente. En sus
ceremonias secretas se servían, simbólicamente, de los útiles de su profesión. Tenían
banquetes y asambleas generales en las que otorgaban premios a sus más hábiles obreros.
Los más ricos entre ellos, debían socorro y asistencia a los indigentes y enfermos.
En Egipto los misterios de Osiris, por primera vez en
forma organizada proponen el concepto de muerte iniciática y vida eterna con un
dios que muere traicionado de su hermano y resucita después de un complicado
camino para dar salvación al hombre (primero solo al faraón luego a todo el
género humano). No debemos olvidar la sacralidad que tenía para el egipcio
tanto el arte de la construcción como el de la escritura.
La tradición Egipcia pasó al pueblo judío con Moisés,
quien fue iniciado en los Altos Misterios por los sacerdotes egipcios, quien
después transmitió estas enseñanzas a la clase sacerdotal de los Israelitas.
Los misterios egipcios fueron transmitidos de generación en generación hasta el
momento en que el Rey Salomón subió al trono de su padre David. El Rey
Salomón, se dedicó a la unificación de su pueblo y con tal fin erigió el Templo
de Jerusalén para que fuera centro de veneración religiosa y símbolo de la
unidad nacional.
Ahora Salomón quien había sido iniciado en los
Misterios de Eleusis, deseaba darle forma Judía a los misterios, que desde
Moisés eran aun Egipcios. Para ello junto con el Rey Hiram de Tiro, convocó a
una Asamblea del consejo de Jerusalén y se dedicaron de inmediato a la
adaptación de los rituales. De esta manera se unen cuatro corrientes, la
egipcia aportada por los Sacerdotes, la Griega aportada por Salomón, la Caldea
basada en las enseñanzas de Zoroastro que mantuvo el Rey Hiram, la cual aportó
entre otras: los nombres del alfabeto judío y de los ángeles, y una cuarta
corriente extraña a las otras basada en el rito de Tammuz que aportó Hiran
Abiff quien era Fenicio. La iniciación de Salomón tenía un triple fin: la
tolerancia, la filantropía y la civilización de los Israelitas. La Mística
Judía induce en primer lugar a una comunión directa con la divinidad
trascendente.
Los adeptos judíos estaban ligados con organizaciones que
se extendían fuera de Judea. La Biblia los muestra confundiéndose con los Tirios
y fenicios, a pesar de la habitual repulsión de los israelitas hacia los extranjeros.
Los obreros que edificaron el Templo de Salomón, se reconocían entre sí por medio
de palabras y signos secretos. La unión de constructores de los distintos pueblos
se vio más ligada en Judea, como lo prueba la cooperación del Rey de Tiro, que proporcionó
obreros para el Templo de Salomón, y la del Arquitecto fenicio Hiram, que dirigió
los trabajos.
Según Josefo, el Templo de Salomón fue construido bajo el
mismo plano, con la misma idea y el mismo Arquitecto, que el Templo de Hércules
y Astarté en Tiro.
Existía además en Judea, una antigua sociedad religiosa, la secta de los Esenios, que se remontaba desde
mucho antes de la construcción del Templo de Salomón, la que cooperó en la edificación
de ese edificio y adorno de sus pórticos. Las comunidades esenias, en cuyos misterios
se supone fue iniciado Jesús, conservaban con gran secreto su saber. Tenían sus
grados de iniciación. Los aspirantes eran sometidos a tres años de prueba e instrucción
y, después de su recepción, los decoraban con un mandil blanco.
En el Siglo VI antes de Cristo, el filósofo Pitágoras, organizó
una sociedad secreta cuyos inventos tuvieron mucha influencia, siglos después, en
los conocimientos masónicos. El teorema de Pitágoras era uno de los secretos
que se transmitían los Masones operativos, pues permite hacer los ángulos
perfectamente rectos, lo que era imprescindible en la construcción. La escuadra
es un símbolo emblemático de la Masonería, que se utiliza hasta el día de hoy. La
tradición Pitagórica pasó a las escuelas Neoplatónicas, de donde mucho de sus
enseñanzas pasaron a manos cristianas como modelo de sus instituciones
monásticas con las cuales, en Edad Media, se relacionó la masonería.
Dos textos de finales del siglo XIV y principios del XV
se refieren a los orígenes míticos: “Regius” (que relata un supuesto
viaje de Euclides a Egipto donde fundaría una escuela de geometría y
construcción) y “Cooke” (la historia del arte de la construcción
antes del Diluvio Universal). Pero al igual que la construcción del
Templo de Salomón por Hiram Abif, son simbólicos. La leyenda del Gran Templo no
es sino una metáfora que se creó mucho después para enseñar los principios y
valores de la masonería.
Lo que sí sabemos es que la historia de la masonería
está íntimamente ligada a la historia de los constructores, arquitectos y
albañiles de la antigüedad.
Los colegios romanos
Los más remotos antecedentes occidentales de las corporaciones
de oficio se sitúan en los collegia romanos, en donde se enseñaban los conocimientos
para trabajar en un oficio. Eran asociaciones de tipo voluntario conformadas por
quienes ocupaban un lugar dentro de la sociedad romana, como lo eran los hombres
libres o esclavos de la misma profesión, para velar por los intereses comunes. Todavía
se conservan restos de la antigua legislación en materia de los grados de profesionalización
de los asociados.
Las tradiciones Judaicas y la corriente Pitagórica
fueron asimiladas por estos Colegios asignados a las Legiones Romanas que
estuvieron acantonadas en el Medio Oriente. Estas asociaciones gozaban del
derecho de formarse sus reglamentos propios y de concluir contratos seculares y
religiosos, disfrutaban la inmunidad de las contribuciones, franquicia que se
extendió durante la Edad Media.
Las colonizaciones Romanas fueron llevadas a cabo por
las Legiones del ejército, a cada Legión de agregaba un Colegio, a la que
acompañaba en sus campañas, cuando colonizaba permanecía en la colonia para
sembrar la semilla de la civilización romana, construyendo caminos, acueductos,
cuarteles, casas y templos.
La política romana penduló entre permisibilidad y la prohibición,
hasta que fueron intervenidos por la Administración Pública como forma de controlar
los contratos colectivos de trabajo en áreas sensiblemente vitales para el Imperio.
Como compensación por este intervencionismo estatal, los colegios artesanales gozaron
del privilegio de exención del servicio militar, de ciertos impuestos y de todo
servicio público.
La organización de los Colegios era muy similar a la de
las Logias. Tres hacen un Colegio, regido por un Magíster, los oficiales
inmediatos eran dos Decuriones (Vigilantes). Habían otros oficiales tales como:
Un Escriba o Secretario quien llevaba el registro de sus procedimientos, un Tesorero
quien tenía a su cargo el fono de la comunidad y como en estos colegios se
combinaban la adoración religiosa con las labores del oficio en cada uno había
un Sacerdos o Sacerdote que dirigía las ceremonias religiosas. Otra analogía
con la organización masónica era que los miembros de un Colegio estaban
divididos en Superiores equivalente a los Maestros, y en Jornaleros y
Aprendices, análogos a los Compañeros y Aprendices Masones.
Sus miembros se reunían en fechas determinadas, en los lugares
de asamblea denominados «scholae». Tenían sus propios templos, instituciones y costumbres
religiosas (por ejemplo, el culto al dios Jano o las festividades de los solsticios.
Sin embargo, el intervencionismo acabó por anquilosar la fuerza productiva de los
«collegia» y entraron en decadencia. En sus archivos se ha encontrado que
tenían ritos semi-religiosos vinculaban interpretaciones simbólicas a sus
herramientas de trabajo, como la escuadra el compás, el nivel y la plomada.
De todos modos lo importante de esta institución fue su
utilización posterior, durante la colonización de América por los europeos en
el siglo XIX, cuando formaron gente en las Logias Europeas para ocupar las
tierras y llevar la cultura a la costa Atlántica de América, después de su
independencia de España, para luego avanzar al Pacífico. Esta penetración se
hizo con el tendido de las vías del tren, con los que se apoderó de 54 millones
de hectáreas en EEUU y 32 en Argentina. Se avanzaba sobre los terrenos
liberados de nativos por los ejércitos formados por criollos y esas tierras
fueron repartidas a los Europeos recién llegados, para colonizar.
Constituciones Góticas
Las primeras informaciones que se conocen, con respecto
a formaciones de Cuerpos Directivos de la hermandad, se hallan en las llamadas «Constituciones
Góticas», nombradas así por hallarse escritas en caracteres góticos, y según los
cuales, San Albano el mártir de Bretaña (hoy Inglaterra), obtuvo, en el año 287,
de manos del Emperador Romano Carausius permiso escrito o «Decreto» para «reunir
los masones en un Concilio General ». En las mismas se consideraba al hombre ya
no como un elemento del régimen patriarcal de la Edad Media, sino
como un miembro de un gremio necesario y beneficioso para la sociedad.
Cuando los romanos abandonaron la Gran Bretaña, el progreso
de la masonería fue descuidado. No obstante en 1721 Anderson tomó estas Constituciones Góticas, el Poema Regio de 1390 y el Manuscrito de Cooke de 1410,
como base para redactar las Ordenanzas Generales de la Masonería Moderna. La adaptará
a los nuevos tiempos de la ilustración donde
se impondrá una concepción laica y antropocéntrica. El hombre vale como
individuo y no como integrante de un gremio.
Con la introducción del Cristianismo en Inglaterra, los
Benedictinos empezaron a formar obreros para la construcción agrupándolos en gremios.
En el año 557 llegó a Inglaterra el Benedictino San Agustín de Canterbury y tomó la masonería bajo su protección. Siendo él
«cabeza de la hermandad», se construyeron: la antigua Catedral de Canterbury en
el año 600; la de Rochester en el 602; la de San Pablo, en Londres, en el año 604;
la de San Pedro, en Westminster, en el año 605 y muchas otras. Maravillado por las obras, el papa Bonifacio IV les liberó,
en 604, de todas las cargas locales y de los delitos regionales. En adelante, los
albañiles podrán atravesar muy fácilmente las fronteras y viajar con pocos gastos.
En el año 926, el Príncipe Edwin merced a un permiso real,
reunió varias veces la Fraternidad en York. No se puede considerar estas Asambleas
como el origen de las Grandes Logias aunque concurrían todos los afiliados sin distinción
de grados. Asimismo, cualquier hermano que pudiera pagar sus derechos, tenía autorización
para crear y dirigir Logias, según los reglamentos acordados por la Asamblea del
Príncipe Edwin, con facultad de iniciar hermanos. La Constitución de York detalla
franquicias otorgadas por el Rey Athelstan en esa ciudad. (Este documento es hoy
considerado como la Constitución más antigua conocida, de sociedades masónicas).
Las Asambleas Generales establecidas en el año 926 subsistieron por siglos, con
reuniones anuales en York.
Del siglo XI al siglo XVII, los masones operativos se dedicaron
a la edificación de los grandes puentes, monumentos, catedrales y palacios de Europa.
Las encargaban los nobles y sus monarquías y la iglesia, que eran dueños de tierras
y voluntades. Para su subsistencia y la de sus vasallos se trabajaba la tierra.
Para ello, no se necesitaba instrucción, conocimiento, sólo experiencia. Pero para
las construcciones, grupos de obreros calificados recorrían Europa y eran contratados
para satisfacer sus ambiciones.
El término "Freestone-mason" aparece por vez primera
para designar a los canteros en Inglaterra en 1360, en documentos del reinado del
Rey Eduardo I. Se fija en ellos la escala de salarios, deberes y mutuas obligaciones
de contratantes y contratados. Estos contratos fueron la base de Io que hoy conocemos
como convenios sindicales. Las guildas que agrupaban a esos trabajadores profesionales,
forzaron que aparecieran documentos o Cartas tales como:
· Carta Magna de 1245, de Juan Sin Tierra, con
65 artículos.
· Manuscrito o Reglamento de Halliwell, de aprox.
1350.
· Manifiesto Cooke: aprox. años 1410/1420.
· Reglamento de los Canteros (u Ordenanzas) de
Estrasburgo: Año 1459. Definen derechos y obligaciones de patrono y contratados.
Vivienda para sus familias, alimentación, ropa, escolaridad para los menores, todo
por un plazo preacordado de 25 años, a cambio de la construcción de la famosa catedral
de esa ciudad.

Resumiendo:
así aparecen corporaciones de constructores integrados en guildas a lo largo y ancho
de toda Europa en esos siglos del X al XVII. A partir de aquí, comienza la
historia de la Masonería Operativa, que está íntimamente ligada a la historia
de los constructores, arquitectos y albañiles.