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NÚMERO 1


La unidad, el uno, la mónada; por adicción de sí mismo y sin necesidad de ningún otro número los reproduce a todos. El taoísmo dice: "El Tao genera el Uno, el Uno genera el Dos, el Dos genera el Tres, y el Tres genera todas las cosas." Es indivisible salvo por sí mismo, y su propio cociente lo reproduce; todas sus potencias son él mismo. Aunque representa lo indivisible, el aislamiento es también lo germinal y el principio que da origen a la dualidad, y de ahí a la multiplicidad Estas características espléndidas de la unidad hicieron probablemente que se la identificara con Dios. 

 

Es muy difícil encontrar un símbolo que se relacione con el número uno debido a que estamos acostumbrados a trabajar con problemas complejos y por lo tanto a percibir la diversidad y la multiplicidad. 

El número Uno o la unidad ha sido definido como el principal elemento de los números, los pueden disminuir por sustracción, y en cambio la unidad permanece inmutable; es también indivisible y permanece también sin cambiar, no se puede ni sacar ni separar ningún número de su unidad. Está representado en los sistemas Arábigo y Romano por una línea perpendicular, es el símbolo del hombre recto, erguido. Es un número solitario, pero autosuficiente. Muchos lo asocian al liderazgo y es considerado el inicio de todo. 

 

En la Mística de los Números hay una convergencia en la simbología del Cero y del Uno, ya que a ambos se los califica de unidad. La diferencia radica en el hecho de que el Cero es una unidad que no se puede contar, y que el Uno se puede contar y da Uno. 

 

El cero puede simbolizar simultáneamente la plenitud potencial (la totalidad) y el vacío, lo que le permite representar tanto la unidad primordial como algo que abarca todo. Por otro lado, el uno es la mónada, una entidad indivisible presente en todos los demás números. El uno forma una unidad con todos los números, ya que está contenido en cada uno de ellos.

 

El símbolo del Uno es un punto. Sin embargo, es importante aclarar que aunque cada línea esté formada por múltiples puntos, no significa que todos los números estén compuestos exclusivamente por "Unos". Los números son entidades abstractas que representan cantidades y pueden estar formados por diferentes dígitos, dependiendo del sistema de numeración utilizado.

 

Si unimos el círculo (Cero) y el punto (Uno), obtenemos una figura particular, pero es necesario tener en cuenta que esta representación no es universalmente aceptada ni utilizada en todos los contextos matemáticos.

 

El círculo vacío, a menudo asociado con el cero, puede simbolizar la nada o la ausencia de valor. Por otro lado, el círculo que contiene al punto puede interpretarse como la manifestación de algo concreto, donde el punto representa una unidad.

 

No es preciso afirmar que la fuerza creadora de la nada surge a partir del momento en que aparece el punto. La interpretación filosófica o metafísica de estos símbolos puede variar y surgir de la perspectiva o contexto específico en el que se utilicen.

 

En resumen, aunque los símbolos y su interpretación pueden ser interesantes desde un punto de vista conceptual o simbólico, es importante distinguir los conceptos matemáticos y su representación precisa y convencional.

 

En el principio lo que hubo fue el cero (Uno incontable), del que surgiría el Uno contable. Por tanto, anterior al Uno tan solo estaba el vacío, el potencial. 

 

Nos cuesta mucho encontrar en el exterior la idea de unidad, pero es más fácil encontrarla en nosotros, pues todo ser pensante tiene el sentimiento de que es uno. El Uno es el número de la unidad indivisible, que está contenida en todo. 

 

Esta unidad que está en nosotros se manifiesta en nuestra manera de actuar, de pensar y de sentir. Saliendo del plano individual podemos extenderlo a unidades más abarcativas, reconociéndonos, por ejemplo: como humanos, estando en sintonía entonces, con nosotros mismos, con los otros y con el ambiente. 

 

En los mitos primitivos en el principio de la creación surgió un dios creador, esta imagen es comparable a la aparición del punto en el interior del círculo y al resurgimiento del Yo desde lo inconsciente. El «Yo» es el centro de la personalidad consciente que despierta en cada uno de nosotros en nuestros primeros años de vida, al igual que surgiría el origen de la humanidad haciendo posible el reconocimiento consciente de las personas. 

 

Este milagro de recobrar la conciencia lo vivimos a diario, a pequeña escala, cuando nos despertamos. Dando este paso hacia la conciencia abandonarnos el mundo de la unidad todopoderosa y nos adentramos en el mundo polar. Para ser más exactos, es como si nuestra conciencia nos permitiera percibir el mundo tal y como es.

 

Desde el momento en el que el Yo toma conciencia de sí mismo, lo hace también de todo aquello que no es el Yo. En el momento en el que se enciende una luz aparece una sombra. En el momento en el que somos conscientes de que vivimos, descubrimos que somos igualmente mortales. No somos capaces de reconocer nada, ni de imaginarnos nada, si no somos capaces de pensar en el polo opuesto de cada cosa.

 

No percibiríamos el día si no hubiera noche, y nadie se describiría como masculino si no existiera lo femenino. Esta dualidad aparece con el Uno o con el punto, ya que a partir de ese momento tenemos el Uno y lo que no es Uno, el punto y lo que no es punto. 

 

La unidad que engloba toda existencia pasada, presente y futura está pues ligada a la multiplicidad. Antiguamente se utilizaba al Océano como símbolo del TODO INDIVISIBLE, pues era considerado como la unidad de las infinitas gotas individuales que en él están contenidas. 

 

La humanidad toda, como un TODO INDIVISIBLE, puede ser entonces considerada como la unidad de las infinitas personas que han vivido, viven y vivirán en nuestro planeta. 

 

San Agustín dice “toda la especie humana que había de ser la posteridad de Adán a través de la primera mujer, estaba presente en el primer hombre”. Del mismo modo en hebreo “Adham” es hombre y humanidad en uno. 

 

En el mito de la caída está simbolizada la idea de la división de la humanidad en distintas razas, religiones y países. Pero esa idea que se manifiesta en el mundo exterior contrasta con la idea de unidad que está alojada en nosotros y si observamos con detenimiento vemos que la humanidad está actualmente tendiendo a la reunificación. 

 

Se ha pasado en pocos siglos de miles de reinos a cientos de países. Y actualmente los países centrales se están uniendo en conglomerados más grandes. 

 

Esto implica que en un futuro cercano los distintos países se van a integrar regionalmente. Pero este proceso de unificación puede realizarse de varias maneras. Una de ellas es el proceso que algunos han denominado globalización que tiende peligrosamente a instaurar un régimen de pensamiento único, donde se impondría la cultura económicamente dominante. Ese sería el fin de la historia. Donde se anularían los aportes que pueden enriquecer a la humanidad las diferentes culturas.  

Otro camino es el de unirnos para participar dentro de las líneas de progreso de la Humanidad, pero sin renunciar por ello, o a cambio de ello, a la originalidad de nuestra historia y cultura. 

Para ello tenemos que buscar nosotros la unidad de los países hacia un modelo de desarrollo integral, común, sustentable con el ambiente, solidario, de autodeterminación junto a una complementación entre ellos que permita revertir una larga historia de desigualdades y desencuentros.  

Pero, para ello es necesario previamente hacernos carne la idea de unidad, recordando que unidad no significa uniformidad y que puede y debe haber unidad en la diversidad. Toda persona encuentra su identidad y el significado y sentido de su vida a través de nexos con la comunidad, el mundo natural y valores como la compasión y la paz.  

Es necesario entonces, que pongamos arriba de la mesa la urgente tarea que significa unirse y poder entonces imaginar el futuro juntos. No para estar juntos a pesar de todo, sino para estar juntos en el sentido de restablecer perdidos vínculos comunitarios, para imaginar un proyecto de vida diferente.

"Solo cuando se comprende el principio de la Unidad en la Diversidad, la Conciencia Individual se transforma en Conciencia Universal"


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