En la zona de Malargüe, se encuentra una de la más bellas cavernas llamada "de las Brujas", donde se podría experimentar estas sensaciones.
En una cueva, todos los sonidos externos se suavizan debido a la roca y la tierra, pero esto hace que los sonidos del latido del propio corazón y la respiración sean audibles. De la misma manera, la quietud contemplativa nos aleja del clamor cotidiano, pero nos permite oír lo sutil en nuestras propias vidas.
Entrar en ella implica abandonar la claridad de la vida cotidiana para adentrarnos en lo desconocido de nosotros mismos (el inconsciente), ya que simbólicamente es nuestra parte oculta. Entrar en una cueva equivale simbólicamente a adentrarse en la parte oscura de uno mismo o darse cuenta (siguiendo a Platón) de que hasta ahora uno en realidad ha vivido en un mundo de sombras.
El Mito de la Caverna de Platón nos cuenta el proceso de liberación de un encadenado que vivía dentro de una cueva, junto a otros hombres encadenados de manos y pies desde su niñez, mirando hacia la pared. A pocos metros de estos hombres hay un muro que los separa de un pasaje por el que transitan otros hombres, los amos de la caverna, con lanzas en cuyas puntas figuran diferentes objetos de la naturaleza. Y más atrás se halla un fuego que proyecta estas figuritas hacia la pared, produciendo sombras que los prisioneros toman como reales.
Algunos elegirían quedarse fuera de la caverna contemplando la realidad, mientras que otros bajarían a la caverna para revelar la verdad a sus compañeros, corriendo el riesgo de que no le crean y hasta de que lo maten para que no siga diciendo "mentiras".
El hecho de que el hombre común no quiera alcanzar la verdad nos muestra que vivir en la ignorancia es más fácil, ya que alcanzar la verdad significaría un esfuerzo que no está dentro de sus necesidades, por lo que vive en este mundo de apariencias.
La caverna simboliza el seno materno, un lugar oscuro e interior que protege al ser humano de las inclemencias exteriores. Es un arquetipo universal relacionado directamente con el nuevo nacimiento del ser humano y es considerado un símbolo iniciático. Zeus, Hércules, Orfeo, Mahoma y muchos otros han sido iniciados en cavernas por escuelas que las consideran como lugares de encuentro, enseñanza, meditación y ceremonia.
La caverna fue el primer templo y la morada sagrada que los hombres compartieron con los espíritus protectores del clan o la tribu. La caverna se considera tradicionalmente como un "pasaje" hacia el mundo de los iniciados.
Al escuchar no solo con el oído, sino también con el espíritu, se puede percibir el sonido sutil. Entrando en ese sonido, se entra en la suprema pureza. Por esta razón, muchas religiones tradicionales rezan, cantan o salmodian como preludio al silencio. Entienden que la repetición y la absorción del sonido los lleva a lo sagrado.
El sonido más profundo es el silencio. Esto puede parecer paradójico solo si consideramos el silencio como una ausencia de vida y vibración. Pero para un meditador, el silencio es el sonido unificado con todos sus opuestos. Es tanto sonido como ausencia de sonido, y es en esta confluencia que surge el poder de la meditación.
Es evidente que, debido a sus características de silencio y sitio de meditación, la caverna es el lugar ideal para la misma iniciación. El camino que conduce a ella seguramente debe atravesar un laberinto, lugar de las pruebas previas, y el obstáculo que limita el acercamiento a los no calificados o a aquellos que no tienen la voluntad de realizar el esfuerzo.
La caverna simbólicamente se relaciona con la montaña como símbolos de los centros espirituales, formando ambos un par de opuestos (elevación al cielo y descenso a las profundidades). La montaña es visible en el exterior, mientras que la caverna es un lugar oculto. La caverna se considera situada bajo la montaña o en su interior, lo que refuerza aún más el vínculo existente entre ambas.
Parecería que la caverna como lugar de nacimiento a una nueva vida no puede tener precisamente la misma significación que la caverna como lugar de muerte o sepultura. Sin embargo, muerte y nacimiento no son sino las dos fases de un mismo cambio de estado, que generalmente se realiza en la oscuridad. En este sentido, la caverna sería el mismo lugar de ese tránsito. Basta recordar el Santo Sepulcro, donde tuvo lugar la resurrección de Cristo.