Todos tenemos la certeza de la
existencia del cuerpo, lo podemos ver, tocar, oler, sentir y enterrar. Sobre la
existencia del Alma y del Espíritu solo tenemos suposiciones, pues si bien las
religiones nos hablan de su existencia, los filósofos no se ponen de acuerdo y
no hay pruebas materiales.
En el mundo Occidental existe una
idea popular que concibe al alma como una sustancia invisible, intangible,
espiritual y de naturaleza inmortal. Se cree que esta sustancia es el
"aliento de vida", o en otras palabras una esencia espiritual, cuya
naturaleza es dar vida a todas las cosas conscientes. Todas las maneras de
explicarlo admiten implícitamente que el ser humano trasciende la realidad
espacio-tiempo dónde está sumergido.
Las culturas de la antigüedad
distinguían perfectamente entre alma y espíritu. En Europa es a partir de la definitiva implantación del cristianismo
cuando el concepto platónico del alma, adoptado por las jerarquías
cristianas, termina fagocitando al concepto de espíritu como concepto diferente
al del alma, del que se prescinde a pesar de que tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento, ambos (alma y espíritu) están perfectamente diferenciados.
Este olvido intencionado, o ese borrar lo anterior, es en parte obra de Tomás
de Aquino y San Agustín, auténticos forjadores de la teología cristiana. Para
entender bien conceptos en los que a veces las diferencias son sutiles, tenemos
que recurrir al diccionario.
Alma, del latín “ánimus” significa
soplo. La expresión latina, “ánimam exhalare” es considerada como clara
referencia al alma: “Soplar para afuera el alma” o entregar la vida al
separarse el alma del cuerpo en la expiración final. El alma sería el hálito de
vida, la energía que posibilita que la materia (inerte de por sí) tome forma y
vida. Es partir de ahí que “ánima” adquiere el significado de alma propiamente
dicha, y por extensión, de persona.
En cuanto a la palabra espíritu, del
latín “spíritus” (aire respirado, aliento), y el griego “pnéuma”, es el aire
que se respira, el que entra en el cuerpo y sale de él es una palabra que
expresa un concepto complementario del que expresa la palabra “alma”.
El hombre posee una doble
naturaleza: la física y la espiritual, lo que le confiere la prerrogativa
exclusiva de poder conocer y participar en ambos mundos. Pero el hombre suele
considerar de que sólo existe como única realidad la física, material y
manifestada, que él capta a través de los sentidos físicos de que está dotado
para percibir esa realidad, y permanece casi ajeno a la realidad espiritual.
Pero ambas naturalezas no pueden
vivir separadas y desconectadas entre sí, sino que deben obrar conjunta y
armoniosamente, como pareja espiritual. ¿Cómo se logra esa integración de ambas
naturalezas, cuando son de constitución tan distinta? ¿Cómo se une la nube y la
tierra? Convirtiéndose la nube en agua, mediante su condensación, único medio
por el cual puede penetrar en la tierra y fecundarla. Así acontece con la
formación del alma, surgiendo un elemento aglutinante para que el espíritu
pueda intervenir en la vida del ser que anima. El alma es el elemento que tiene
el espíritu para animar el cuerpo.
Pero además, esa diferenciación de
ambas entidades –alma y espíritu- constituye una verdadera división de las
funciones que cada una desempeña en la vida humana.
El espíritu está en armonía con todo
el universo y atiende todo lo relacionado con la espiritualidad del hombre,
mientras que el alma está a cargo de la vida diaria. Tan es así que el alma
penetra en el cuerpo físico, distribuyendo su energía en los siete centros
energéticos o "chakras" que posee el hombre, y se encuentra
íntimamente ligada al cuerpo físico, a tal punto que cuerpo y alma forman una
unidad, y por eso es que se habla de la medicina psicosomática, es decir que
existe una mutua interrelación entre ambas entidades.
Resumiendo, etimológicamente en el
concepto espíritu cabe íntegramente el concepto alma, pero no a la inversa.
Entendamos pues, que todas las almas son espíritus, pero no todos los espíritus
son almas. O lo que es lo mismo: El alma es el espíritu en cuanto animador y
principio de vida de un cuerpo concreto. No puede haber alma sin cuerpo, aunque
luego la religión y la filosofía le concedan vida independiente al alma, pero
no es ese el campo en el que aquí me intento mover. El espíritu, en cambio, no necesita
de ningún cuerpo para subsistir, de aquí el concepto de los espíritus puros. Y
de ahí se deduce también como una obviedad, que las almas individuales puedan
concebirse como el aliento de un único y universal espíritu en cada cuerpo, que
al salir de él vuelve a integrarse en la unidad de espíritu sin el
aprisionamiento individualizador del cuerpo.
Según esta interpretación tendríamos
por una parte al cuerpo como parte material, al alma como soplo de vida
—incapaz de sobrevivir por si sola— y el espíritu del que proviene el alma y que
sería parte del todo o Espíritu Universal.
El espíritu es independiente del cuerpo
y del alma, es decir, su existencia es individual. La materia del cuerpo al
perder el aliento de vida que le insufla el alma, pierde su energía vital y se
transforma en polvo, en un elemento inanimado. El alma, originada en el
espíritu, da la vida a la materia (el cuerpo). Ambos, cuerpo y alma son
perecederos como unidad, pero no en su diversidad. El espíritu es individual,
existe sin el cuerpo y sin el alma. Intereses puramente religiosos (dogmáticos)
han conseguido que conceptos tan sutiles hayan quedado en el terreno de la
metafísica.
Más allá de los argumentos expuestos
por la metafísica, Francis Crick, (el ganador del Nóbel por
descubrir la estructura del ADN) presenta una explicación científica de lo que
tradicionalmente se conoce como “alma”, y atribuye la conciencia humana a un
conjunto de neuronas del cerebro al descubrir el grupo de células que generan
la conciencia y el “sentido del yo”.
Dos científicos, el Dr. Stuart
Hamerroff y el físico Roger Penrose, han desarrollado una teoría cuántica de la
conciencia, demostrando que el alma existe y está contenida dentro de
estructuras llamadas microtúbulos, dentro de nuestras células cerebrales. Los microtúbulos
son estructuras tubulares de las células, de 25 nm de diámetro exterior y unos
12 nm de diámetro interior, con longitudes que varían entre unos pocos
nanómetros a micrómetros y que se extienden a lo largo de todo el citoplasma.
Cuando el corazón de una persona
deja de latir la sangre, deja de fluir alrededor del cuerpo y esto hace que los
microtúbulos pierdan el estado cuántico. Sin embargo, la información cuántica
que está en los microtúbulos no se destruye, sino que se disipa y se distribuye
en el universo. O en términos comprensibles, el alma no muere, sino
que regresa a su esencia. La vida no fue en vano, se conservan los recuerdos.
¿Es importante la existencia del
Alma y el Espíritu? Si existiese el Alma y el Espíritu podríamos hablar de
trascendencia y de fraternidad. Los hombres seriamos hermanos porque tendríamos
una argamasa que nos une los unos a los otros y esa argamasa sería el Espíritu.
Lo que hoy hago sería importante porque cuando crezco todos crecemos y cuando
hablo en plural me refiero a la Humanidad como un solo ser, como especie. Si
hablamos de la existencia de la conciencia fuera de nuestro cuerpo podemos
hablar de humanidad, en ese instante seríamos humanos ya que existiría un lazo
real entre todos los hombres.
Por eso las religiones, quitándole
al hombre la confianza en sí mismo y de que por sus propios medios pueda llegar
conocer verdades trascendentes, se lo hace dependiente de las opiniones del
Clero. Transformándose éste último como el único que tiene acceso al
conocimiento espiritual.
Estas ideas griegas, tergiversadas
luego por las religiones son originadas en la india y han influido en nuestra
concepción sobre el sentido de la vida y la muerte y la trascendencia en una
vida futura. Dado que todos estos conceptos son fruto de antiguas
especulaciones, sería interesante que nos preocupemos por saber cuáles son
nuestras creencias al respecto, pues eso determina en gran parte quienes somos