Creo que la muerte, a pesar de ser la
única certeza que tenemos, sigue siendo un tema delicado y casi tabú de
discusión. La muerte es un proceso biológico natural, que se manifiesta con el
cese de las funciones vitales del ser humano. Lo que conservamos de los
muertos, es el recuerdo de sus actos.
Muchos la conciben además como un proceso
espiritual, mediante el cual el alma abandona el cuerpo físico, para continuar
viviendo en otro plano o dimensión. Afirman que: “El hombre está
constituido por dos elementos: uno que piensa y otro que no piensa. El
pensamiento es un hecho cierto, como lo es también que la sustancia puramente
material no piensa. La ciencia nos muestra que los cuerpos materiales no se
destruyen jamás, sino que cambian de forma, de lugar.
El cuerpo humano se descompone, se
disuelve. Pero las partículas que lo componen no se destruyen. Y si la materia
no perece, con mayor razón el alma debe ser imperecedera e indestructible
transformándose como la materia, pero sin destruirse.”
Es interesante analizar como
evolucionó el tema de la muerte en estos 300 años, a la luz de los avances
científicos y despojado del matiz religioso.
Yo no recuerdo una experiencia sobre mi
muerte en esta u otra vida, por lo que tendré que apelar a la ciencia para saber
si el alma existe y que ocurre con ella si logra sobrevivir a la muerte del
cuerpo.
Más allá de los argumentos expuestos por
la metafísica, Francis Crick, (el ganador del Nóbel por
descubrir la estructura del ADN) presenta una explicación científica de lo que
tradicionalmente se conoce como “alma”, y atribuye la conciencia humana a un
conjunto de neuronas del cerebro al descubrir el grupo de células que generan
la conciencia y el “sentido del yo”.
Dos científicos, el Dr. Stuart Hamerroff y
el físico Roger Penrose , han desarrollado una teoría cuántica de la
conciencia, demostrando que el alma existe y está contenida dentro de
estructuras llamadas microtúbulos, dentro de nuestras células cerebrales.
Afirman que el alma nunca muere sino que vuelve Los microtúbulos son
estructuras tubulares de las células, de 25 nm de diámetro exterior y unos 12
nm de diámetro interior, con longitudes que varían entre unos pocos nanómetros
a micrómetros y que se extienden a lo largo de todo el citoplasma.
Ellos sugieren que los ritmos del EEG (ondas
cerebrales) también se derivan de vibraciones de microtúbulos en un profundo
nivel, y que desde un punto de vista práctico, el tratamiento de las
vibraciones de los microtúbulos del cerebro podría beneficiar a una gran
cantidad de trastornos mentales, neurológicos y cognitivos.
Por otra parte, se ha constatado
científicamente que, mientras estamos vivos, todas las células de nuestro
cuerpo se renuevan constantemente y que al cabo de algunos años ya no queda
nada de lo que fuimos, pues todo nuestro cuerpo ha cambiado. Lo único que queda
de nosotros es la conciencia y el recuerdo de lo que hemos vivido. Creo que esa
conciencia de nosotros mismos es el alma. Y es, desde luego, la vida que anima
nuestro cuerpo.
Si bien los estudios anteriores no son una
prueba científica de la existencia del alma, creo que la existencia del alma es hoy la
hipótesis más factible, aunque me queda aun la duda respecto a su inmortalidad individual.
Si bien no tengo certezas de lo que pasa
con el alma después de la muerte física, considero posible que se mantenga como
unidad, e integrada al resto de las almas de la humanidad en lo que los
antiguos denominaban espíritu.
Desde lo personal, al acompañar a mis familiares
en sus últimos momentos de vida, he recogido sus experiencias en el momento de
tránsito. Instantes antes de su muerte, me manifestaron que los venían a buscar
personas muertas conocidas por ellos. Me estaban contando su vivencia sobre un
mundo que yo no pude ver, donde se encontraban seres queridos que estaban
muertos, aunque para ellos permanecían como entidades reales, pese al tiempo
transcurrido desde su fallecimiento.
Coincide con las experiencias relatadas
por Elizabeth Kübler Ross, basadas personas con ECM (Experiencias cercanas a la
muerte) y con la entrevistas de Moody con un grupo de personas que habían
tenido sido declaradas clínicamente muertas y habían sido reanimadas.
Además, según estudios recientes,
existirían campos de energía denominados 'campos mórficos'. Los mismos
establecen la forma que van a adoptar los organismos y serían como copias
invisibles o arquetipos.
Se ha comprobado que cuando alguien
produce un cambio en el aprendizaje, ese cambio se mantiene aislado durante un
tiempo, hasta que un número determinado de individuos lo aprende y crea entonces
un campo mórfico. Este campo hace que otros individuos aprendan repentinamente
el comportamiento en cuestión.
Si una cantidad suficiente de individuos desean
lo mismo, piensan lo mismo y hablan de lo mismo, sus ideas se propagarán al
resto de la humanidad independientemente de donde estén. Esto implica que hay
un “espíritu común” que permite la transmisión de conocimientos y serviría de
argamasa a toda la humanidad. Hace más de un siglo Hegel lo había denominado
'Espíritu del Mundo'. También se lo puede asociar al “inconciente colectivo” de
C. Jung.
El “espíritu” forma parte del todo como
las moléculas forman parte del agua.
Una ola es un evento único sin embargo no se puede manifestar separada del mar. El espíritu sería el mar y las olas seríamos nosotros, cuando morimos volvemos al mar hasta que volvamos reaparecer en la superficie como las olas, estas parecen iguales sin embargo son diferentes, el agua sigue siendo la misma, pero sin embargo cada ola es el resultado de otra combinación de moléculas.
Una ola es un evento único sin embargo no se puede manifestar separada del mar. El espíritu sería el mar y las olas seríamos nosotros, cuando morimos volvemos al mar hasta que volvamos reaparecer en la superficie como las olas, estas parecen iguales sin embargo son diferentes, el agua sigue siendo la misma, pero sin embargo cada ola es el resultado de otra combinación de moléculas.
En mi opinión, el espíritu es donde se
unen todas las almas humanas.
La palabra espíritu, del latín “spíritus” es
el aire, el aire que se respira, el que entra en el cuerpo y sale de él, (en griego será “pnéuma”,
y en hebreo es Neshamá), es una palabra que expresa un concepto
complementario del que expresa la palabra “alma”. Antiguamente el espíritu era
visto como perteneciente a una dimensión intemporal, impersonal. El espíritu no
necesita de ningún cuerpo para subsistir.
Alma, del latín “ánimus” significa soplo.
La expresión latina, “ánimam exhalare” es considerada como clara referencia al
alma: “Soplar para afuera el alma” o entregar la vida al separarse el alma del
cuerpo en la expiración final. El alma sería el hálito de vida, la energía que posibilita
que la materia (inerte de por sí) tome forma y vida. Es partir de ahí que
“ánima” adquiere el significado de alma propiamente dicha, y por extensión, de
persona.
El alma es el principio de vida de un cuerpo concreto. No puede haber alma sin cuerpo. Y de ahí se deduce que las almas individuales puedan concebirse como parte de un único y universal espíritu en cada cuerpo, que al salir de él vuelve a integrarse en la unidad de espíritu sin el aprisionamiento individualizador del cuerpo.
Según esta interpretación tendríamos por
una parte al cuerpo como parte material, al alma como soplo de vida —incapaz de
sobrevivir por si sola—, y el espíritu Universal del que proviene el alma.
La existencia del espíritu no depende de
la materia, ni del alma. La materia, al perder el aliento de vida que le
insufla el alma, pierde su energía vital y se transforma en otros elementos,
obviamente inanimados. El alma, originada en el espíritu, da la vida a la
materia. Ambos, cuerpo y alma son perecederos como unidad, pero no en su
diversidad pues se transforman. El espíritu es individual, existe sin el cuerpo
y sin el alma.
¿Es importante la existencia del Espíritu?
Si existiese el Espíritu podríamos hablar de trascendencia y de fraternidad.
Los hombres seriamos hermanos porque tendríamos una argamasa que nos une los
unos a los otros y esa argamasa sería el Espíritu Universal.
Lo que hoy hago
sería importante porque cuando crezco todos crecemos y cuando hablo en plural
me refiero a la Humanidad
como un solo ser, como especie. Si hablamos de la existencia de la conciencia
fuera de nuestro cuerpo podemos hablar de humanidad, en ese instante seríamos
humanos ya que existiría un lazo real entre todos los hombres.
En consecuencia cuando morimos,
seguramente nuestro cuerpo se desintegra y es probable que nuestra alma
desvinculada del cuerpo, conserve el recuerdo de lo que hemos vivido y se
una con otras en un campo más amplio al que los
antiguos denominaban espíritu. Todo esto último es sólo posible.
Cuando buscamos respuestas, solo
encontramos nuevas preguntas.
Bibliografía
Francis Crik
”. La base de su descubrimiento fue la observación del cerebro. En sus palabras resalta que:”lo que vemos y cómo lo interpretamos produce la acción de una gran cantidad de neuronas por todo el cerebro que cataloga, emula, recuerda y mide. Es lo que llamamos ‘tomar conciencia’ de donde estamos, pero esto es más que la transmisión de información y su proceso.
Kübler-Ross)
Elizabeth Kübler Ross, en su libro "La muerte, un amanecer", propone un modelo de relato que suele hacer a los pacientes o a sus familiares, de lo que ella considera es la vida después de la muerte física:
"En el momento de la muerte hay tres etapas. La muerte física del hombre es idéntica al abandono del capullo de seda por la mariposa. El capullo de seda y su larva pueden compararse con el cuerpo humano.
Un cuerpo humano transitorio son como una casa ocupada de modo provisional. Morir significa mudarse a una casa más bella. Desde el momento en que el capullo de seda se deteriora irreversiblemente, ya sea como consecuencia del suicidio, de un homicidio, infarto o enfermedad crónica (no importa la forma), va a liberar a la mariposa, es decir al alma.
En la segunda etapa, cuando la mariposa-siempre en lenguaje simbólico- ha abandonado su cuerpo, ustedes vivirán importantes acontecimientos que es útil que conozcan anticipadamente para no sentirse jamás aterrorizados frente a la muerte.
Estarán provistos de energía psíquica, así como en la primera lo estuvieron de energía física...(antes) tenían necesidad de un cerebro que funcionara, es decir de una conciencia despierta para poder comunicarse con los demás.
Desde el instante en que ésta (la conciencia) falte, cuando el capullo de seda esté deteriorado al extremo que ya no puedan respirar y que las pulsaciones cardíacas y ondas cerebrales no admitan más mediciones, la mariposa se encontrará fuera del capullo que la contenía al liberarse del capullo se llega a la segunda etapa, la de la energía psíquica.
Desde el momento en que somos una mariposa liberada, es decir, desde que el alma abandona el cuerpo, advertirán enseguida que están dotados de capacidad para ver todo lo que ocurre en el lugar de la muerte, en la habitación del enfermo, en el lugar del accidente, o allí a donde hayan dejado su cuerpo....
En esta segunda etapa también se darán cuenta que se encuentran intactos nuevamente, los ciegos pueden ver, los sordos o los mudos oyen y hablan otra vez....
En general son esperados por la persona a la que ustedes más aman. Siempre la encontrarán en primer lugar......
También pasarán por un túnel, o un pórtico, o un puente, después de este pasaje, una luz brilla al final.
Y esa luz es más blanca, es de una claridad absoluta, y a medida que se aproximan a esa luz, se sentirán llenos del amor más grande, indescriptible e incondicional que se puedan imaginar y en esta presencia, vivirán la comprensión sin juicio, un amor sin juicio, un amor incondicional, indescriptible y se darán cuenta de que toda esta vida acá abajo no es más que una escuela en la que deben aprender ciertas cosas y pasar ciertos exámenes.
En esta Luz, deberán mirar toda su vida terrestre, desde el primero al último día estarán en la tercera etapa.
Ahora sentirán que poseen el conocimiento interpretarán todas las consecuencias que han resultado de cada uno de sus pensamientos, palabras actos"
Raymond Moody
Vida después de la vida
Vida después de la vida
Este libro marcó un hito en occidente, al reabrir el debate sobre la supervivencia de la conciencia después de la muerte. Es fruto de las entrevistas de Moody con un grupo de personas que habían tenido sido declaradas clínicamente muertas y habían sido reanimadas.
El libro intenta exponer el patrón que se encuentra en la base de las experiencias cercanas a la muerte..Los pacientes que han asegurado vivir este tipo de fenómenos coinciden en un patrón general, aunque no todos atraviesan todas estas fases: 1
- El paciente se siente flotar sobre su cuerpo, y ve el dormitorio, el quirófano o el lugar en el que se encontraba (out-of body experiences, OBEs, experiencia extrasensorial), e incluso oye la declaración de su propio fallecimiento.
- Después, siente que se eleva y que atraviesa un oscuro túnel mediante una escalera o flotando en el vacío, y con una relativa rapidez.
- Ve aparecer una figura al final del túnel (que suele describirse como hermosa, blanca o transparente; a veces hay paisajes, voces o música).
- El paciente pasa a ser espectador, no siente dolor ni molestias: sólo percibe una paz interior.
- Algunas personas, sin embargo, aseguran haber tenido experiencias terroríficas en el más allá.
- Familiares o amigos difuntos van a su encuentro.
- Aparece una presencia o voz que se define en función de las creencias religiosas del paciente (puede tratarse de Jesucristo, de un ángel, etc.), y se establece un diálogo sin palabras con ese ser que parece conocer todo sobre el moribundo.
- Se presenta una visión global pero íntegra de lo vivido, como si viese “su película”.
- El sujeto se ve delante de un obstáculo: una puerta o un muro y toma conciencia de que aún no ha muerto, y aunque sigue sintiendo una paz y tranquilidad indescriptibles y acogedoras, se da cuenta, y también eso le indican sus acompañantes, de que debe volver.