Hay un ojo que nos controla, como en la novela “1984” donde George Orwell presenta un futuro en cual una dictadura totalitaria controla todos los movimientos de sus ciudadanos, castiga incluso a aquellos que delinquen con el pensamiento e interfiere hasta tal punto en la vida privada que resulta imposible escapar a su control.
¿Estaba tan lejos de la realidad el libro de
Orwell?.
Si bien es clara la analogía con el comunismo
estalinista, el Nazismo y el fascismo de esa época, la novela cobra nueva
vigencia en la sociedad actual, ya que el control a los ciudadanos, coercitivo
o no, se halla más perfeccionado que en ningún otro momento de la historia de
la Humanidad
El Ojo que todo lo ve, Panóptico
o Delta luminoso, simboliza (según
wikipedia) la vigilancia y providencia de Dios sobre la humanidad. Pero cobró nuevos
significados como vamos a ver.
El simbolismo durante mucho tiempo ha sido
utilizado por la humanidad para comunicar ideas que mejor se cristalizaron en
una forma compacta. Como dice el dicho muy conocido, una imagen vale más que
mil palabras.
En las culturas ancestrales
El Ojo que todo lo ve estaba
relacionado con el concepto del “Tercer Ojo”. Es un símbolo vinculado
a la percepción de lo espiritual, mirando hacia adentro, mientras que los ojos
ven hacia afuera todo lo material. Asociado al conocimiento de uno mismo y a la
esencia espiritual del ser humano. El hallazgo de este símbolo en todo el
planeta evidencia la existencia de una religión, en un pasado remoto, que
habría transferido este saber a diversas culturas.
El tercer ojo
guardaría una correlación con el chacra ubicado en la frente. Suele estar
asociado a menudo con las visiones religiosas, la clarividencia, la percepción extrasensorial, así como la capacidad de observar el aura humana, la precognición y llegar a experimentar experiencias extracorpóreas. Las personas que aducen poseer la capacidad de utilizar sus terceros
ojos se les denomina normalmente videntes o adivinos. En el antiguo Egipto, se lo conoce como el “Ojo de
Horus”. Fue un símbolo de características mágicas.
En el Cristianismo
Se denomina El Ojo de la Providencia y
representa “el ojo de Dios” que penetra todos los secretos y vela por la
humanidad. Muestra un ojo en el cielo o en el interior de un triangulo, rodeado
por rayos de luz y nubes. El triángulo se ha utilizado durante muchos siglos
para representar a la trinidad cristiana. “Los ojos de Jehová están en todo
lugar, mirando a los malos y a los buenos.” (Proverbios 15: 3)
La creencia en un dios moralista, omnisciente
y que puede castigar a quien no siga sus mandamientos fomenta la cooperación
con desconocidos de la misma religión. La creencia en un ser invisible que nos
vigila para que no violemos las normas permitió la aparición de sociedades
complejas, al evitar que velemos sólo por nuestro propio interés y tengamos
comportamientos altruistas.
A lo largo de la historia se ha utilizado el simbolismo del ojo para
representar una fuerza creadora, benevolente y vigilante, que ayuda y protege a
la humanidad castigando a los que no sigan sus órdenes. Un dios “GRAN
HERMANO” ayuda unir a las personas que no se conocen, pero que
pertenecen a una misma religión o grupo de pertenencia.
El panóptico - Sociedad
de vigilancia
El filósofo utilitarista Jeremy Bentham hacia fines del siglo XVIII, crea el PANOPTICO,
un tipo de arquitectura cuyo objetivo es
permitir a su guardián, observar a las personas recluidas en esos sitios sin
que estos puedan saber si son observados.
El Panóptico era un
sitio en forma de anillo dividido en pequeñas celdas que daban a un patio con
una torre en el centro en la podía haber alguien controlando. En cada una de
esas celdas había, según la institución, un alumno, un obrero, un prisionero,
un loco, etc.
Las personas estaban expuesto a la mirada de
un vigilante que podía ver todo sin que nadie, pudiera verlo.
El efecto más importante del panóptico es
inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que
garantizaría el funcionamiento automático del poder, sin que ese poder se esté ejerciendo de manera efectiva
en cada momento, puesto que el prisionero no puede saber cuándo se le vigila y
cuándo no.
Se inaugura así una sociedad de vigilancia que
continua en nuestros días. Se trata del control social. La idea es la de “imponer una determinada conducta a cierto tipo
de gente, mediante el miedo”».
La Sociedad
Manipulada
En la actualidad la humanidad está siendo
controlada en todos sus movimientos por el celular incluso, son conocidas sus
gustos de compras en supermercados o tiendas por sus resúmenes de tarjetas y
también están monitoreadas y registradas sus opiniones en la redes sociales.
Por ejemplo: Si tienes Gmail en tu celular
con WIFI, puedes ver en Google Maps un mapa mundial que muestra dónde estuviste
en cada momento, durante los últimos años. (ver www.google.com/maps/timeline). Es una información
vos les permitís reunir, al aceptar los términos de licencia, cuando instalás
la aplicación.
Con los datos del celular, solamente
lo que se llama metadata, o sea sin escuchar las conversaciones ni saber con
quién hablas, sino sólo con qué frecuencia y con qué duración usas tu celular,
se puede hacer ingeniería reversa y reproducir el 85% de tus resultados de un
censo: si eres hombre o mujer, cuál es tu rango de ingresos, si tienes niños,
si estás casado, tu origen étnico, etc.
Con esa información con las computadoras
inteligentes se hace un perfil de cada uno de nosotros con nuestros gustos y
afinidades y se nos envía información personalizada. Desde hace algunos años,
Google ya había anticipado que "va
a ser muy difícil que las personas vean o consuman algo que no haya sido de
alguna forma hecho a la medida para ellos".
Actualmente la mayoría de los principales
sitios de Internet no ofrecen ya una experiencia igual para todos los usuarios,
cada uno se encuentra con una plataforma personalizada y optimizada para
satisfacer su experiencia. Por ejemplo. Cada pregunta que le hacemos a Google,
buscando que nos ayude a entender la realidad, recibe una respuesta de acuerdo
a nuestros patrones previos de consumo de información. La misma búsqueda
realizada por dos personas distintas, da resultados diferentes.
Esto ocurre porque hay un filtro en donde el algoritmo de una página web
selecciona, a través de predicciones, la información que al usuario le gustaría
ver basado en información acerca del mismo (como localización, historial de
búsquedas, y elementos a los que les dio clic en el pasado) y, como resultado,
los usuarios son alejados de la información que no coincide con sus puntos de
vista, aislándolos efectivamente en burbujas ideológicas y culturales propias
del usuario. De este modo los usuarios son menos expuestos a puntos de vista
conflictivos y son aislados intelectualmente en su propia burbuja de
información.
La forma en la que están programadas las
plataformas en línea hace que cada uno de nosotros experimente una versión
personalizada de la realidad, la cual nos mantiene aislados de versiones que
desafían nuestras propias ideas.
Esto hace que en cierta forma nuestra
experiencia con la tecnología moderna sea la de un espejo, que tiende al
narcisismo, e incluso a un narcótico: nos empachamos de nosotros mismos y quedamos
sedados, aislados en el confort de nuestra burbuja algorítmicamente
personalizada del mundo externo --un mundo externo que nos parece frustrante ya
que no es como nosotros queremos, por lo cual mejor nos quedamos en la plácida y
anestésica comodidad de nuestra versión de la realidad cuidadosamente curada
por los algoritmos que conocen lo que nos gusta.
El peligro de esto es que al movernos en una
ecología de información personalizada sólo reforzamos lo que ya somos y nos
encontramos con información que pueda desafiar nuestra ideología.
Estamos por entrar a la nueva revolución
tecnológica: la realidad virtual o la realidad mixta. Si sumamos los algoritmos
personalizados y su burbuja de filtros a una serie de aplicaciones que se
mezclan con la realidad o la reemplazan, entonces literalmente enfrentamos la
posibilidad de que hagamos realidad lo que ya sospechaban algunos filósofos
escépticos: que cada quien sólo experimenta su propia realidad, todos vivimos en
nuestra propia burbuja.
No sólo se sabe dónde están las personas, se
sabe qué compran, qué comen, cuándo duermen, cuáles son sus amigos, sus ideas
políticas, su vida social. Teniendo entre 100 y 250 likes tuyos en Facebook, se
puede predecir tu orientación sexual, tu origen étnico, tus opiniones religiosas
y políticas, tu nivel de inteligencia y de felicidad, si usas drogas, si tus
papás son separados o no y conocer tu personalidad mejor que tu pareja. Algunos
estudios realizados en Cambridge ya han logrado predecir muchas cosas a partir
de nuestra conducta en Facebook, y Trump contrató precisamente a esos
investigadores para la elección en EEUU.
Esos son los datos que Trump usó. ¿Qué hizo
con eso?
Usaron esa base de datos y esa metodología
para crear los perfiles de cada ciudadano que puede votar. Casi
250 millones de perfiles. En promedio, unos 5.000 puntos de datos de cada
estadounidense. Y una vez que clasificaron a cada individuo según esos datos,
lo empezaron a abordar.
Por ejemplo, si Trump dice “estoy por el
derecho a tener armas”, algunos reciben esa frase con la imagen de un criminal
que entra a una casa, porque es gente más miedosa, y otros que son más
patriotas la reciben con la imagen de un tipo que va a cazar con su hijo. Es la
misma frase de Trump y ahí tienes dos versiones, pero aquí crearon 175 mil. Te
lavan el cerebro.
No tiene nada que ver con democracia. Es
populismo puro, te dicen exactamente lo que quieres escuchar
El gran cambio es que los dueños de la
información y las técnicas de análisis conocen a la sociedad como nadie antes y
pueden hacer predicciones con un nivel científico, mediante la Inteligencia
Artificial (IA ). Se puede abusar también, como lo hizo Trump en su campaña y
por eso ganó.
Ya estamos fusionados con esta tecnología,
como sociedad y como especie. Nuestra distribución de recursos ocurre
básicamente en la bolsa, y acá el 80% de las transacciones de la bolsa son
decididas por Inteligencia Artificial (IA ) al igual que el 99% de las
decisiones de la red de electricidad, que localiza en tiempo real quién
necesita energía. Si tenemos un sistema que se llama IA que distribuye el 80%
de los recursos y el 99% de la energía”, yo diría “bueno, IA es una parte
inseparable de esta sociedad”
Y ya no se puede deshacer, no se puede
desenredar.
El símbolo del “<Ojo que todo lo ve>”, a través de los años ha pasado de representar
al desarrollo individual, el conocimiento y la sabiduría de los grandes
iniciados de la humanidad, a simbolizar la “omnipresencia” de un Dios que todo
lo veía y estaba pendiente de nuestros actos, para luego transformarse en el
Panóptico representativo de una sociedad que se autocontrolaba y acomodaba mediante
personas que vigilaban sin ser vistas, y de este modo los grupos de poder imponían
una determinada conducta a la humanidad.
Pero se ha dado un paso más, ya que se ha
conseguido procesar y hacer pronósticos mediante la Inteligencia Artificial, con
los datos obtenidos mediante los celulares, tarjetas, redes sociales y se
obtenido un perfil de cada uno de nosotros. Ahora se ha comenzado a interactuar
y enviarnos información personalizada, con lo que corremos el riesgo de vivir
en una burbuja hecha a nuestra medida.
El gran cambio es que se conoce a la sociedad
y a cada integrante de la misma como nunca antes, y se pueden hacer
predicciones con un nivel científico. Para Foucault el poder no es un
patrimonio aristocrático, es decir, no hay dueños del poder, es algo que
pertenece a los fueros íntimos del hombre. Lo que usualmente se denomina con el
nombre de poder, no es más que control. Un rey puede controlar a su pueblo como
le venga en gana pero eso no quiere decir que sea el más poderoso.
Todo tiene su pro y su contra, depende como
lo utilicemos.
Bibliografía.
·
René Guenón, publicado en Études Traditionnelles, abril-mayo de
1948 y compilado en Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada,
capítulo LXXII.
·
Reportaje a Martin
Hilbert por Por Daniel Hopenhayn, TheClinicOnLine, 19 Enero, 2017.
·
Michel Foucault - VIGILAR Y
CASTIGAR.