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EL TRABAJO COMO MÉTODO DE TORTURA

Ora, lege, lege, lege, relege, labora et invenies”, 
(Ora, lee, lee, lee, relee, trabaja y encontrarás).
Mutus Liber
a) Origen


 
Trabajo viene del latín tripalium, que significaba literalmente ‘tres palos’ y era un temible instrumento de tortura formado por tres palos a los que se amarraba al reo. Una especie de cepo formado por 3 maderos donde el reo quedaba inmovilizado mientras se lo azotaba.




   
 
De tripalium derivó inicialmente Tripaliare (torturar) y posteriormente Trebajo (esfuerzo, sufrimiento, sacrificio), vinculándose poco a poco con la idea de “labor”. El trabajo como castigo ahora nos queda más claro, más teniendo en cuenta que las palabras trabajo y tortura tienen el mismo origen.
 
Según el Diccionario de la lengua española, el término Trabajo adquirió el sentido de “penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz”. Es decir, este nombre pasó de designar un instrumento de tortura a referirse a uno de los efectos de la tortura: el sufrimiento.
 
La cultura judeo-cristiana nos ha inculcado que el trabajo es un castigo del pecado original, porque Dios dijo: “comerás el pan con el sudor de tu frente” (Génesis 3,19). Se asocia el trabajo a una debilidad y a depender de alguien. Es una marca de inferioridad e indigna de un hombre de buena posición.
 
Por otra parte nos dicen que los indigentes son pobres porque son vagos y no quieren trabajar. Por lo que el estado no debiera quitarnos el dinero que ganamos con nuestro esfuerzo para compartirlos con ellos que no lo merecen.
 
Asociamos, trabajo con esfuerzo, con hacer y con tener. Sin embargo
 
El 1% de la población mundial que tiene más bienes que el 99% restante, nunca trabajó
 
Un cierto grado de ociosidad es considerado un medio de conseguir el respeto de los demás. La abstención del trabajo se convierte en marca de éxito económico y trabajar es signo de pobreza y dependencia. Las esposas de los ricos evitan todo empleo útil porque “la abstención del trabajo no es solo un acto honorífico, sino algo requerido por el decoro”. De este modo el trabajo se convierte en algo indigno para quien ha nacido noble y libre, por ejemplo en la antigua China; los mandarines no se cortaban las uñas para mostrar que no hacían trabajos manuales.
 
Para generar buena reputación no solo no hay que hacer ninguna tarea útil, también se debe dilapidar el dinero ostensiblemente, derrochar, gastar en cosas superfluas, que no son necesarias para la existencia como por ejemplo los adornos, mansiones o autos antiguos que sólo sirven para aumentar la fama.
 
Para ser reconocido no alcanza con tener riqueza y poder, es necesario que estos sean puestos de manifiesto, porque la estima solo se logra ante la evidencia.
 
 
b) El trabajo es lo que hacemos, No lo que somos
 
Aunque parezca raro es recién el Siglo XX cuando el trabajo se hace presente en la cultura. Para los filósofos griegos, el trabajo no pertenece al ámbito humano. Platón en “La República” lo circunscribe al interior de la caverna, donde los hombres, atados con cadenas e ignorantes del bien y de la verdad, desarrollan las actividades cotidianas. Para Aristóteles el trabajo pertenece al ámbito doméstico caracterizado por la producción y la reproducción y reservado a la mujer y a los esclavos. El “ciudadano”, no trabaja, se dedica a la contemplación. El ocio es lo propio de la polis.
 
Esta doctrina se mantiene prácticamente intacta a lo largo de la Edad Media, donde el ideal consiste en apartarse de mundo y de los quehaceres vulgares para dedicarse a la contemplación de Dios. En contraposición (para el vulgo) está la vida activa, en donde prima el trabajo y la cotidianidad.
 
Con la Edad Moderna, la valoración clásica del trabajo cambia de signo. Lutero reclama para la vida activa un lugar privilegiado y eleva el trabajo a la categoría de profesión/vocación. Dios llama a través del oficio.  El protestantismo despreciará la vida contemplativa, pero no le asigna al trabajo una connotación humana. Nuestra naturaleza corrompida - y no simplemente caída - alcanzará la salvación sólo por la fe. No se llega al cielo sólo trabajando.
 

Fue recién con Descartes con una filosofía “radicalmente práctica mediante la cual podamos convertirnos en señores y dominadores de la naturaleza”, cuando el trabajo deja de ser una actividad servil para adquirir dimensión humana, ya que el hombre en vez de contemplar la naturaleza, la dominará y la transformará para sus fines. A partir de allí el individuo buscará sólo su interés.
 
A esta segunda etapa sobre el trabajo, que comienza con el protestantismo y desemboca en la Revolución industrial, sigue la tercera (la marxista) como una reacción contra el liberalismo de Smith. En efecto, al convertirse el trabajo en acción mecánica, la aparición de la clase obrera o proletariado son la consecuencia histórica. El asalariado reemplaza al esclavo. Atento a este fenómeno de masas, Karl Marx reivindica para el trabajo su condición de dimensión alienante. Según él, el capitalismo convierte al trabajador en una mercancía: lo aliena, le quita su dignidad y lo convierte en un puro valor económico. El trabajador vale lo que vale su trabajo. Marx propugna como única solución para superar esta injusticia la lucha de clases.
 
Ha sido ya en el siglo XX, especialmente durante los años veinte y treinta cuando aparecieron distintas iniciativas orientadas a promover la dignidad del trabajo y a no considerarlo, solamente como un castigo.
Tras el ocaso de la ideología marxista, el neo-capitalismo refleja una concepción de trabajo, cuyo objetivo principal es la productividad y la ganancia, sin atención a límites ni morales ni de responsabilidad social. Para muchos el trabajo es solamente la venta de un esfuerzo a cambio de un salario, e importa muy poco en qué se emplea ese esfuerzo. Es común la definición de que trabajo “es todo aquello que no harías si no te pagaran por ello”.
 
El 6 de octubre de 1979 la Reserva Federal de EEUU, aumentó la tasa de interés en 20 puntos, con lo cual no solo detuvo la inflación, sino que cambia el sistema económico y desvincula la producción del capital.  El trabajador ya no es central, sino casual y temporario. El empleo se vuelve flexible y precario. Es el fin del largo plazo. Los trabajadores deben adquirir permanentemente nuevas habilidades, para cambiar de funciones y de empresas, en medio de ambientes de trabajo flexibles que aniquilan cualquier expectativa de proyecto familiar.
 
La vida y el trabajo se unen y la precariedad es una constante. El trabajo deja de alternar con el ocio. Ya no hay tiempo para el ocio. La alternativa al tiempo de trabajo pasa a ser el desempleo. Siendo la vida laboral una serie de empleos de corto plazo que hace imposible proyectar cualquier futuro. Se vive una realidad sujeta a revisión.
 
Actualmente no hace falta que siga aumentando la fuerza laboral y en un futuro cercano las máquinas, robots y las computadoras van a reemplazar gran parte del trabajo humano.
 
¿Qué va a pasar cuando el trabajo sea algo escaso?
 
En la actualidad, ya se valora el simple hecho de “tener un trabajo”. La automatización y la inteligencia artificial reducen el número de trabajadores necesarios en muchos puestos de trabajo.
 
¿Nos enfrentamos a un futuro de ingresos estancados y mayores desigualdades?
 
Se comprende entonces que hoy perder un trabajo significa muchas más cosas que dejar de cobrar un dinero a fin de mes: supone la peor y más efectiva arma de manipulación del alma humana: la amenaza de exclusión. Nada aterra más a un ser hablante que el quedar afuera. Con diferentes estrategias y estilos según la época y el lugar, algunos han sabido servirse de esta condición de estructura para someter a las personas a trabajos mal pagos, en condiciones infrahumanas equiparables a la esclavitud.
 
De hecho, desde hace largos años, el discurso se ha encargado de estigmatizar a todo sujeto que no cumple con las pautas de utilidad que impone el mercado: vago, inútil, inservible, son algunos de los epítetos que las personas repetimos en virtud de nuestra inconsciente adhesión al código que fija el mercado. Nos dirigimos hacia una sociedad del ocio para pocos y segregación para muchos, en la que el valor del trabajo como pilar del lazo social se diluye a favor del consumo.
 
Durante siglos el hombre busco evitar el ser explotado, hoy día pide por favor ser explotado, pero no encuentra quien lo haga.
El Horror Económico - Forrester
 
 
c)   ¿Para qué debería servir el trabajo?
 
El Trabajo, que es condición fundamental de la existencia humana, debe ser un mecanismo para alcanzar la serenidad del juicio y de acción tan necesaria en los momentos decisivos de toda labor humana. Por el trabajo, el hombre se dignifica y se hace económicamente independiente dentro de la sociedad civilizada.
 
Todo trabajo es una actividad humana que se realiza dentro de una comunidad, que permite al hombre mejorar y obtener más conocimientos. El trabajo es un bien social. Lejos de ser una simple actividad económica, el trabajo es la actividad "existencial" del hombre, su "actividad libre y consciente", de ninguna manera un medio solo para mantener su vida, sino para desarrollar su naturaleza universal sin menoscabar las tradiciones, la experiencia y los ritos del pasado.
 
Debemos lograr que todos realicemos un “Trabajo Decente”, que se desarrolle en condiciones de libertad y dignidad, que su remuneración sea adecuada, que tenga protección social y como un requisito adicional: que sea suficiente tanto respecto a la calidad como a la cantidad del trabajo.
 
El trabajo crea una tradición cultural enriquecedora del oficio que se ejerce, con una influencia tanto en las personas (se adquieren virtudes o vicios), como en la sociedad. En todo trabajo los logros se comparten, y los errores también se advierten y se comunican. Cómo llegar a la decisión correcta es algo que debe aprenderse con la práctica y el consejo de quien ya conoce los roles y la problemática de una situación. Se gana mucho con la interrelación con el grupo de trabajo.
 
La vida no se reduce al trabajo: hay que admitir una acepción más rica de la vida ordinaria, como parte de una familia, como miembro de una sociedad, o de un grupo de amigos. Un hombre que trabaja todo el día, en una labor que no le satisface, para luego volver a su casa y plantarse ante un televisor, es un muerto en vida. Los roles que una misma persona ejerce están en la base de situaciones problemáticas que muchas veces dan lugar a conflictos personales.
 
El trabajo puede ser un cauce para la realización de todo ser humano como persona al integrarse a una sociedad, o también para su perversión, cuando sólo se buscan sólo bienes individuales como el poder, el honor, el dinero o el placer y que se pueden alcanzar a través de cualquier actividad.
 
¿Qué es lo que nos mantiene sanos y felices conforme avanzamos en la vida?
 
Si tuvieran que invertir ahora en lo mejor para su futuro, ¿Dónde pondrían más tiempo y energía?
Un estudio sobre la vida adulta realizado en Harvard durante 80 años a un grupo de personas desde la juventud hasta la vejez, para saber qué hace a la gente feliz y saludable, comenzó cuando el grupo eran jóvenes adultos y el 80% afirmaba que la meta en la vida era hacerse rico y un 50% pensaba en ser famoso.
 
Todos creían que debían trabajar más, para tener más. Daba la impresión que había que seguir esas metas para tener una vida feliz.
 
El resultado después de haber seguido al mismo grupo de personas año tras años, no tuvo que ver con la riqueza, ni la fama, ni el trabajar mucho. La conclusión fue:
 
Las buenas relaciones nos hacen más felices y más saludables.
 
Hemos aprendido 3 cosas sobre las relaciones:
 
1) Las conexiones sociales nos hacen bien y la soledad mata. Las personas con amigos, familia y vida social son más felices y viven más.
 
2) No importa la cantidad de amigos o si se está en pareja, lo que importa es la calidad de las relaciones más cercanas. Vivir en medio del conflicto es perjudicial para la salud.
 
3) Las relaciones no solo afectan el cuerpo, afectan también el cerebro. Las personas que no pueden contar con otras, pierden antes la memoria.
 
Al jubilarse las personas más felices fueron las que remplazaron compañeros de trabajo por compañeros de juego.
 
La buena vida se construye con buenas relaciones
 
No debemos caer en la trampa de considerar el trabajo como un castigo, sino disfrutar cuando le agregamos valor a las cosas transfiriéndole algo de nosotros mismos, muchas veces he visto el orgullo de una persona al señalar que ha participado de la construcción de una obra o la elaboración de una cosa. El trabajo nos permite relacionarnos con el otro y jugar distintos roles.
La historia de la humanidad no deja de ser el fruto del trabajo del hombre. 

Bibliografía:

El Mandil                                           José María Villa
El trabajo y el ocio                             Thorstein Veblen
El masón y el trabajo profano              Luna
El Trabajo                                          Chirinos, María Pía,


Mutus Liber (en Latin, Libro mudo) fue un texto publicado en Francia en 1677. Se supone que contiene los lineamientos para crear la Piedra Filosofal proceso se muestra a través de 15 láminas grabadas sólo con imágenes, sólo las últimas dos láminas contienen alguna frase textual.

En la lámina 14 encontramos el texto “Ora, Lege, Lege, Lege, Relege, Labora et Invenies”, (Ora, Lee, Lee, Lee, Relee, Trabaja y Encontrarás) que supone sirve de guía no sólo para quienes deseen desentrañar y practicar los profundos misterios de la Alquimia, sino a todo aquel que emprenda una búsqueda profunda e interior.

Se interpreta que el autor propone como primer paso la oración y la meditación, para estar en armonía con el universo, antes de iniciar el proceso de transmutación física conocido como la Gran Obra.

El segundo paso que nos propone el autor antes de comenzar cualquier operación material, es el camino del conocimiento: "Lege, Lege, Lege" señala con insistencia la importancia de la lectura de los textos alquímicos, dirigidos no tanto a la razón sino a la intuición más profunda. Lee, lee, lee, una, otra y otra vez, hasta que la iluminación revele el sentido de lo oculto, "Relege" refuerza la intención de las anteriores 3 palabras con el fin de comprender los símbolos, los materiales y los procesos. Fe y constancia son el preámbulo al "Labora et Invenies" (trabaja y encontrarás), a través de la oscuridad intencional del camino marcado por los sabios alquimistas, la transmutación se llevará a cabo.

En otras palabras, por encima del trabajo para la existencia material, el hombre puede encontrar un trabajo acorde con sus necesidades espirituales, sea cual sea el significado de esa palabra. Pero debe cumplir las tareas conscientemente y con la voluntad de tener éxito y así podrá disfrutar de la satisfacción de armonía entre intenciones y logros, la alegría de haber traído una piedra sólida al edificio que la humanidad está levantando para su propia salvación y felicidad.




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