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LA ESCALERA DE JACOB


Esta Escalera Mística, que vio a Jacob en su visión, y que iba de la tierra al cielo, estaba muy difundida entre las religiones de la antigüedad, donde siempre se la suponía constituida de siete tramos o escalones. 

El hombre, desde su caída del cielo -estado de pureza-, es terrestre, de la tierra. El comienzo de su carrera hacia el cielo (hacia arriba, hacia el espíritu) debe comenzar naturalmente en la tierra (lo físico); en consecuencia, cuando él entra a los Misterios, primero debe estar solo consigo mismo. descender hasta lo más profundo, despojarse de todo, desaprender, liberarse y emprender una larga travesía en busca de conocimientos. 

Sus deseos deben ser siempre superadores, deben levantar una escalera (esperanzas y deseos). Si él es sincero, entonces, gradual y laboriosamente, con muchos, sacrificios, promesas y tropiezos, tragos amargos pasando y dulces, él escala (construye) paso a paso, hasta que por fin alcanza el tramo final, y logra, a través de la escalera (alma) la conexión con el espíritu. Llega a la luz, que desde abajo se la ve oculta por las nubes de la ignorancia. Ha recorrido de ese modo, el camino iniciado de todas las religiones antiguas. 

Jacob se durmió usando una piedra como almohada y tuvo un sueño en el que vio una escalera que se elevaba desde la tierra hasta el cielo, con ángeles subiendo y bajando por ella. Al despertar, Jacob sintió temor y decidió que se encontraba en un lugar santo, la puerta del cielo. Usó la misma piedra que había sido su almohada y la convirtió en un altar. Esa piedra es el lugar donde comenzaba la escalera que Jacob había soñado, simbolizando la posibilidad de progreso que la condición humana puede alcanzar si decide ascender por ella utilizando las virtudes que forman sus escalones.

Estas reflexiones nos llevan de nuevo al símbolo de la escalera como un portal, un medio de comunicación entre dos mundos: el superior e inferior, el celestial y terrestre, lo espiritual y lo material. De la misma manera, la puerta del templo comunica lo sagrado y lo profano, permitiéndonos el paso de un lugar a otro. 

El sueño enseña y la vigilia adormece. Jacob, desnudo y sin apegos materiales, se apartó del camino y acostó su cabeza sobre una piedra. En su sueño, vio la escalera que unía la tierra con el cielo ya los ángeles subiendo y bajando por ella. ¿Por qué los ángeles suben primero? ¿No se debe descender del cielo, como nos enseñan en la sociedad? Pero nos han enseñado tantas cosas equivocadas que debemos desaprender, y ese esfuerzo es como despellejarse

Los ángeles no son del cielo. Suben y luego bajan. ¿De dónde suben? Del suelo, de la piedra, de la cabeza y del cuerpo de Jacob. Nada descenderá a ti a menos que primero no ascienda de ti, como grito, como llamado, como convocatoria. Los ángeles son emisarios, no sabemos qué forma tienen. 

Luego bajan, como el eco que regresa, como el espejo que te devuelve aquello que le emite. Suben y bajan. Solo baja lo que sube. Debes sembrar tus propios ángeles, cultivarlos para que sean tuyos. No se regalan. Nada se regala. Toma la piedra y hazla almohada como hizo Jacob. El trabajo es todo tuyo., criar ángeles, abrir oídos, hacerte puerta de la eternidad. Hay que empezar desde abajo, oyendo al prójimo, escuchando al vecino, al más cercano, a los seres queridos. Hay que subir, pero nadie puede quedarse arriba, hay que bajar.

Una vez que se tiene el conocimiento. El conocimiento es exigencia. No se sube para disfrutar. Se sube para bajar y realizar junto a otros, aquí en la tierra la tarea que uno aprendió como útil para la humanidad. Ese es el sendero. 

Por eso al pie de ella suele representarse una Piedra Bruta, porque debemos continuar la tarea de pulirla con los nuevos conocimientos con que bajamos. Debemos llevar esa iluminación a nuestra vida cotidiana. Nuestro objetivo es luchar por la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, en un marco de tolerancia, en los ámbitos donde nos desempeñamos. 

Cada cosa que obtenemos debe ser fruto del esfuerzo y la dedicación para ser merecedores de ella. No sería digno recibir el premio de la luz y el conocimiento sin el anterior trabajo y sacrificio. Siempre es necesaria nuestra acción previa. Para recibir, debemos pedir. Para hallar, debemos buscar y para que se nos permita el ingreso, debemos llamar. Siempre será necesario nuestro esfuerzo para ascender esos escalones, nuestra voluntad para vencer la ley de gravedad y elevarnos, despegarnos del suelo, de los vicios, de la llamada triada tenebrosa, la ignorancia, el fanatismo y la ambición. Pero tanto sacrificio no tendría sentido o verdadero valor si no volcamos en nuestra vida cotidiana aquello que hemos recibido en lo alto. 

Todo ser humano puede subir, pero hay que preparar la subida, hay que trabajarla y para eso estamos aquí, porque no es un regalo, ni estamos predestinados para ello. Acá nuevamente quiero evocar la alegoría de la escalera como un portal y relacionarlo con la puerta de nuestro templo, que separa lo profano de lo sagrado. 

Yo estoy convencido que debemos iluminar con el ejemplo, y ser fuente inspiradora de otros hombres. Se deben transmitir con el comportamiento aquellos valores y conocimientos adquiridos en lo alto de la escalera, y bajarlos al día a día, al entorno familiar, laboral, ciudadano. Nuestra piedra bruta, cada vez más cúbica debe servir para que otros hombres vean en ella una referencia. 

¿No es eso acaso lo que buscamos cuando evocamos a las personas ilustres que nos precedieron y cuyas magníficas vidas nos invitan a modestamente tratar de imitarlos? ¿No son acaso sus méritos los que nos motivan? ¿Qué sería de la humanidad si todo aquello que aquellas personas ilustres recibieron hubiera quedado dentro suyo? 

Los invito a que nuevamente observemos en la Escalera de Jacob nuestra obligación de ser ejemplo de vida, llevando a nuestra vida cotidiana los valores y las virtudes que cultivamos. Que nuestro objetivo no sólo sea el de subir la escalera en busca de conocimiento y verdad, sino que también sea el de bajar a aplicar lo recibido en este mundo actual que tanto lo necesita. Se sube en soledad, pero no para uno mismo, el objetivo es la sociedad. Se sube para volver y educar a los demás, para que todos puedan subir.

 

Ese es nuestro destino.

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